“NO QUIERO SENTIRME VALIENTE CUANDO SALGO A LA CALLE; SÓLO QUIERO SENTIRME LIBRE”

De acuerdo con ONU (Organización de las Naciones Unidas) Mujeres, “La violencia contra las mujeres y las niñas es una de las violaciones a los derechos humanos más recurrente, reiterada y extendida en todo el mundo. Es una forma de discriminación que impide su acceso a oportunidades, socava el ejercicio de sus derechos fundamentales y tiene consecuencias en la salud, la libertad, la seguridad y la vida de las mujeres y las niñas, así como un impacto en el desarrollo de los países y lastima a la sociedad en su conjunto”.[1]

Datos clave emitidos por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), refieren que:[2]

  • La violencia contra la mujer -especialmente la ejercida por su pareja y la violencia sexual- constituye un grave problema de salud pública y una violación de los derechos humanos de las mujeres.
  • La violencia puede afectar negativamente la salud física, mental, sexual y reproductiva de las mujeres.
  • Las estimaciones publicadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que, alrededor de una de cada tres mujeres en las Américas han sufrido violencia física y/o sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida.
  • La violencia de pareja es la forma más común de violencia contra la mujer. Un 38% de los asesinatos de mujeres que se producen en el mundo son cometidos por su pareja masculina.
  • Los hombres que tienen un nivel de instrucción bajo, han sido objeto de malos tratos durante la infancia, han estado expuestos a escenas de violencia doméstica contra sus madres y al uso nocivo de alcohol, han vivido en entornos donde se aceptaba la violencia y había normas diferentes para cada sexo, y creen que tienen derechos sobre las mujeres, son más proclives a cometer actos violentos.
  • Las mujeres que tienen un nivel de instrucción bajo, han estado expuestas a actos de violencia de pareja contra sus madres, han sido objeto de malos tratos durante la infancia, han vivido en entornos en los que se aceptaba la violencia, los privilegios masculinos y la condición de subordinación de la mujer corren un mayor riesgo de ser víctimas de la violencia de pareja.
  • Las situaciones de conflicto, posconflicto y desplazamiento pueden agravar la violencia existente, como la infligida contra la mujer por su pareja y la violencia sexual fuera de la pareja, y dar lugar a nuevas formas de violencia contra la mujer.

Al respecto el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer ha emitido diversas recomendaciones con el principal objetivo de que los Estados parte: I) Deroguen aquellas leyes que discriminen a las mujeres y a las niñas; II) Capaciten a  las personas encargadas de la impartición de justicia; III) Adopten las medidas necesarias de cara a eliminar la cultura machista y los estereotipos discriminatorios; IV) Adopten medidas urgentes para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres, y V) Garanticen la igualdad de participación y representación de las mujeres en los puestos de toma de decisiones.

En México el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en su comunicado de prensa número 678/2024 refirió diversas cifras a propósito del “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”[3]:

  • Que en 2021 el 29.9 % de las mujeres privadas de la libertad señaló que le amenazaron con hacerle daño a su familia en el periodo después de la detención y antes de llegar a la Agencia del Ministerio Público o Juez de lo penal.
  • Que entre octubre de 2020 y el mismo mes de 2021, 14.6 % de las mujeres de 60 años y más experimentó al menos un incidente de violencia por parte de familiares o personas con quienes vivía.
  • Que de las mujeres de 15 a 49 años que tuvieron un parto o cesárea entre 2016 y 2021, 31.4 % vivió violencia obstétrica.

Bajo esta tesitura y en la opinión de quien hoy escribe, la violencia contra la mujer es una crisis global que lejos de disminuir sigue aumentando y se continúa normalizando.   

Como sociedad requerimos fortalecer desde casa la educación, los valores como el respeto, la tolerancia y la empatía por las personas. Asimismo, es imperante poner un especial énfasis en el cuidado que se le da a la salud mental.

Las mujeres pertenecen a un grupo que desde temprana edad es objeto de violencia, acoso y abuso sexual que las pone en un constante peligro,

Ser mujer no debería ser un peligro o incluso un delito, todas las personas tenemos derecho a vivir en un espacio y entorno seguro.

Los Estados deben continuar impulsando acciones de cara a garantizar los derechos de las mujeres y de las niñas para vivir libres de violencia.

Es necesario la suma de esfuerzos entre autoridades, entes no gubernamentales y la sociedad civil en general con el principal objetivo de seguir promoviendo políticas en pro del desarrollo, la participación y la seguridad de las mujeres y las niñas a nivel mundial y de forma particular en México.

Aunado a lo anterior se requiere que exista constancia en estas acciones y no sólo aplicarles o hablar de ellas cuando nos encontramos en fechas conmemorativas como el 8 de marzo por el “Día Internacional de la Mujer” o el 25 de noviembre por el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”.  

La violencia no es normal; es una realidad que debemos erradicar juntas y juntos, como una sociedad que puede compartir espacios, roles, tradiciones y costumbres, aunque están sean incluso diferentes. 

Por ello, hoy alcemos la voz por las que ya no están, por las que ya no pudieron llegar a casa y por las que día con día solo piden “Vivir libres y sin miedo”.


[1] https://mexico.unwomen.org/es/digiteca/publicaciones/2020-nuevo/diciembre-2020/violencia-feminicida

[2] https://www.paho.org/es/temas/violencia-contra-mujer

[3] https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2024/EAP_VCM_24.pdf

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